Sí – Rudyard Kipling

RudyardKipling
Rudyard Kipling (1865-1936)

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de tí,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria…

Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre)
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas…

Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice “!Continuad!”.

Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.

La Felicidad es un Trayecto

Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo y entonces después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados porque los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando lo sean. Después de eso nos frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo (a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos jubilados.

La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida estará siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases favoritases de Alfredo D. Souza: “Por largo tiempo me parecía que la vida estaba a punto de comenzar. La vida de verdad. Pero siempre había algún obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar. Sólo entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida”. Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.

La felicidad “es” el camino; así que atesora cada momento que tienes y atesóralo más cuando lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo y recuerda que el tiempo no espera por nadie… así que deja de esperar hasta que bajes cinco kilos, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz… la felicidad es un trayecto, no un destino.

Eduardo Galeano

Galeano
Eduardo Galeano

El Lobo por Dentro

loboCierta mañana un anciano Cherokee le respondió a su nieto que reclamaba una injusticia que le había hecho otro niño de la siguiente manera: “Deja que te cuente una historia. Yo también, a veces, he sentido un gran odio para aquellos que han tomado tanto sin el mínimo remordimiento por lo que hacen. Pero el odio te desgasta a ti y no hace daño a tu enemigo. Es como tomar veneno y esperar que le haga daño al otro.”

“He luchado con esta sensación muchas veces. Es como si hubiera dos lobos dentro de mí, es una terrible pelea.”

“Uno es Malvado – Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, soberbia, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego.”

“El otro es Bueno – Es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad,
benevolencia, amistad, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe.”

El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo:

“¿Cual lobo gana?”

El viejo Cherokee respondió: “Aquél al que tú alimentes.”

Un Deseo Mañanero

SunriseEl sol acaba de salir, es la mañana de un nuevo día, el primer día del Año Nuevo. ¿Qué puedo desear que el día de hoy, que este año, me pueda traer?

Nada que hará el mundo de otro ser​ mas pobre, nada en detrimento de los demás. Tan sólo esas pocas cosas que en su ​llegada  no se detienen conmigo sino que más bien ​me tocan, a medida que pasan y aumentan en fuerza:

  • Unos amigos que me entienden, y aún así, siguen siendo mis amigos.
  • Un trabajo que hacer, que tiene un valor real sin la cual el mundo se sentiría más pobre.
  • Un retorno económico adecuado de ese trabajo  para no gravar excesivamente a nadie que pague.
  • Una mente sin miedo a viajar, aunque el camino sea desconocido.
  • Un corazón comprensivo.
  • Una vista hacia las colinas eternas y el mar abierto. Ver algo hermoso hecho a mano.
  • El sentido del humor y la capacidad de reír.
  • Un poco de tiempo libre, sin nada que hacer.
  • Unos momentos de calma, en meditación silenciosa, sentir la presencia de Dios.
  • Sobre todo, la paciencia para esperar la llegada de estas cosas y la sabiduría de saberlo cuando llegan.

W. R. Hunt

El Banquero y el Pescador

Un rico banquero estaba paseando por el muelle de un pueblito costero Mexicano, cuando vio llegar la barca de un pescador solitario. Dentro del bote se podían ver algunos peces de buen tamaño. El inversionista elogió al pescador por la buena calidad de sus capturas, y comenzó una conversación con el hombre de mar preguntándole:

– ¿Cuánto tiempo le ha tomado pescar esos peces?

– La verdad, no demasiado…

– ¿Y no ha pensado nunca en estar más tiempo pescando? De ese modo sacaría más cantidad de pescado.

– No, no lo he pensado porque con esto tengo suficiente para satisfacer mis necesidades y las de mi familia.

– Pero si apenas pesca un par de horas al día ¿Qué hace usted con el resto de su tiempo?

– Camino tranquilo, leo algo interesante, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi esposa, bajo todas las noches al pueblo donde suelo comer, tomar vino y tocar la guitarra con mis amigos… Tengo una vida que es estupenda y además, bien entretenida.

– Verá usted, buen hombre, yo soy un licenciado en ciencias económicas de la Universidad de Harvard y podría ayudarle un poco. Debería gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande para aumentar el número de sus capturas; con los ingresos de este aumento podría comprar varios barcos, con lo que eventualmente tendría una flota de botes pesqueros.

– En vez de vender el pescado a un intermediario lo podría hacer directamente a un procesador, e incluso, con algo de suerte abrir su propia compañía procesadora de ventas. Debería controlar la producción, el proceso y la distribución. Debería salir de este pueblo e irse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y a ser posible a Nueva York, donde manejaría su empresa en expansión…

– Perdone que le interrumpa, señor banquero, pero ¿Cuánto tiempo puede tardar todo eso en suceder?

– Entre quince y veinte años, calculo. Todo depende de muchos factores, de las variables del mercado, de su riesgo inversionista…

– Bueno ¿Y luego qué?

– Pues esa es la mejor parte, amigo: Cuando llegue la hora debería anunciar una “Oferta Inicial de Acciones”. Al vender las acciones de su empresa al publico, usted se volvería rico, tendría millones…

– ¿Millones? ¿Y luego qué?

– ¡Qué pregunta! Con semejante fortuna, se podría retirar de la vida laboral y afincarse en un pueblecillo en la costa, donde podría dormir hasta tarde, jugar con sus hijos (si le queda alguno con edad de jugar), descansar con su mujer, salir por las noches al pueblo para comer y tomar vino despreocupadamente ¡Incluso podría hacer algo que sé que le gusta mucho: Tocar la guitarra con sus amigos!

Vivir Feliz

Si tiene comida en su nevera, ropa que ponerse, un techo sobre su cabeza y donde dormir; eres mas rico que el 75% de la población mundial.

Si tienes dinero en tu billetera, algo de sencillo y puedes ir a donde quieres; entonces te encuentras entre el 18% de los mas ricos del mundo.

Si estas con vida hoy y con mas salud que enfermedad; ¡eres mas bendecido que el millón de personas que no sobrevivirán esta semana!

Si puedes “leer” este mensaje y comprenderlo; eres mas afortunado que 3 mil millones en este mundo que no pueden ver, leer o sufran de algún discapacidad mental.

La vida no se trata de quejarnos de nuestros dolores y penas. Se trata de mil otras razones para agradecer a nuestro Creador.

¡Viva Feliz!

El Hacha del Leñador

Hubo una vez un leñador que consiguió trabajo con un mercader de maderas. El pago era bueno y las condiciones de trabajo también. Por ende el leñador se esmeró en su faena. El jefe le dio un hacha y le mostró el bosque donde debía talar.

El primer día, el leñador cortó 18 árboles. “felicitaciones” le dijo el jefe, “siga así!” Motivado por las palabras del patrón, se esforzó aun mas al día siguiente, sin embargo solo pudo cortar 15 árboles. Al tercer día a pesar de sus esfuerzos, apenas taló 10 árboles. Día tras día talaba menos y menos árboles. “Estoy perdiendo mi fuerza” pensó el leñador. Se disculpó ante el jefe diciendo que no entendía lo que le pasaba.

“Cuando fue la última vez que afilaste el hacha?” Le preguntó el jefe. “Afilar el hacha? No tuve tiempo, estuve demasiado ocupado cortando los árboles…”

Reflexión: Así es nuestra vida. Hay momentos en los cuales nos afanamos tanto que no tomamos tiempo para afilar el “hacha”. En nuestro mundo actual, pareciera que estamos mas ocupados que nunca, y menos felices por ello. Porqué será? Nos habremos olvidado de mantenernos “filudos”?

No hay nada mal con el trabajo y actividad. Sin embargo, no debemos ocuparnos tanto en él que nos olvidemos de las cosas mas profundas e importantes de la vida: nuestra vida personal, tomar tiempo para acercarnos a nuestro Creador, darle mas tiempo a nuestra familia, leer un libro etc.

Precisamos de tiempo para relajarnos, pensar y meditar, aprender y crecer. Si no hacemos tiempo para afilar el “hacha”, nos volveremos opacos, débiles y perderemos nuestra efectividad.

¡A Navegar!

La vida es semejante a la navegación a vela. Muchos se conforman con navegar dentro de la seguridad de las ensenadas. Su vida nunca tiene rumbo; en cambio‚ otros ponen proa al horizonte y se aventuran mar adentro.

Se necesita fe para lanzarse a lo desconocido, para creer que Dios y Su Palabra es veraz y que Él te mantendrá a salvo y fijará bien tu rumbo. Esa fe se adquiere en travesías difíciles en las que sigues el rumbo que Él te señala y descubres que da resultado. Esta vida y su limitada existencia puede acarrear muchas preocupaciones, afanes y temores si das lugar a ellos.

En cambio, si aceptas Su amor y Su perspectiva de todo, empezarás a ver en cada obstáculo una oportunidad y algo positivo en toda situación negativa. Tendrás la fe para remontarte sobre los límites de este mundo y aceptar que hay un designio más sublime para tu vida, y que en definitiva es Él quien lleva las riendas. Cada prueba fortalece tu fe.

Las costas de Sus bendiciones no son visibles para quienes se quedan en el puerto y nunca se atreven a zarpar; hace falta fe para navegar hacia ellas. No hagas caso del incrédulo que nunca abandonó la seguridad de su puerto y afirma que no hay otras costas, no hay retos que afrontar ni nada que aprender. Sé el primero en zarpar, en dejar que Dios trace el rumbo de tu vida.