Comienza un Año Nuevo

nyrefspPara muchos de nosotros, el comienzo del Año Nuevo es como una transición. Un momento para reflexionar sobre nuestra vida, de donde vinimos y hacia donde vamos. Tomamos profunda consciencia de las dificultades y luchas que encontramos en el camino recorrido como también un reconocimiento de nuestra buena fortuna al celebrar el comienzo de otro año de vida.

Albergamos esperanzas de que el nuevo año nos rescatará de nuestros hábitos indeseados y tal vez algún hoyo que hemos cavado para nosotros mismos. Soñamos de cambios positivos que nos harán más felices y gozar de mejor salud. Hacemos una lista de resoluciones en aras de que nuestra fuerza de voluntad nos alcanzará para emprender una nueva manera de vivir y alcanzar mayor éxito.

Pero al entrar al nuevo año, haga una pausa. Deténgase para celebrar, para reflexionar, para tomar inventario. Deténgase para ver qué puede aprender del año viejo. La auto-reflexión es un proceso poderoso y enérgicamente alentado por muchas de las grandes tradiciones religiosas del mundo y por algunos de los más sabios de nuestros antepasados, además nos trae muchos beneficios.

Para la gran mayoría de nosotros, la auto-reflexión es algo ausente en nuestra vida. Estamos siempre muy ocupados y cansados. Buscamos el descanso en los libros, la cama, la televisión y el Internet. La sola idea de pasar varias horas sentados tranquilamente en nuestra sala reflexionando sobre el año anterior nos parece algo absurdo e incómodo.

Pero en las horas menguantes del año, encontramos una maravillosa oportunidad para excavar en nuestra vida y reexaminar lo que queremos hacer con el tiempo que nos queda.
Mientras reflexione sobre su vida, se dará cuenta que le llegan ideas nuevas en cuanto a realizar cambios en su vida, o hacer las cosas de manera distinta. Tome nota de ellas, ya que pueden serle útil a la hora de una resolución o de proponerse una meta nueva.

Sin embargo, permítase un momento para meditar sobre su vida tal como está. Contemplar nuestra vida “tal como está” puede ser más que el fundamento de la transformación personal. Puede ser la base de la fe, la compasión hacia los demás. Nos puede dar un hondo sentimiento de que somos amados y cuidados más profundamente de lo que jamás nos hayamos dado cuenta.

Mis mejores deseos para el año nuevo y que Dios le conceda serenidad, paz y fortaleza.

Adaptado

La Navidad es un Tiempo de Amor

woodboxLa Navidad es un tiempo de amor. También es de alegría, dar, compartir, reír y reunirse con la familia y amigos. Pero por encima de todo, es para dar amor.

Mateo era un huérfano de diez años de edad que vivía con su tía, una seora amargada y muy molesta por tener que cuidar de su sobrino. Siempre le recordaba a Mateo que si no fuera por su generosidad, estaría vagando por la calle. Aún con esa frialdad y regañadera en casa, él era un niño amable y cariñoso.

No me había fijado en Mateo hasta que él empezó a quedarse después de clases para ayudarme a ordenar el salón. Esto lo hacíamos en silencio pero cuando hablábamos, Mateo me contaba sobre su mamá. Aunque bastante pequeño cuando ella murió, la recordaba como una madre amable, cariñosa y amorosa que siempre pasaba tiempo con él.

Sin embargo al acercarse la Navidad, Mateo ya no se quedaba después de clases, lo extrañaba pero los días pasaban y él se iba temprano a su casa. Una tarde le comenté que lo extrañaba, sus ojitos marrones se alumbraron, “¿en serio maestra?” me respondió.

Le expliqué que él era mi mejor ayudante, “le estaba preparando una sorpresa” me susurró. “Es para Navidad”. Luego le dió pena y salió corriendo del salón.

Llegó por fin el último dia de escuela antes de las fiestas. Por la tarde, Mateo entró calladamente al salón con sus manitos a sus espaldas. “Le tengo su regalo” me dijo tímidamente, “espero que le guste”. Me estrechó las manos y me entregó una diminuta caja de madera.

“Que hermoso es Mateo, ¿que hay adentro?” le pregunté al abrir la cajita. “no podrás ver lo que hay adentro, Maestra” respondió. “Tampoco palparlo, saborearlo ni sentirlo, pero mi mamá siempre me decía que te hace sentir bien en todo momento, te da calor cuando tienes frío y seguridad cuando estés a solas.”

Admiré la cajita vacía, “¿qué es Mateo, que me hará sentir tan bien?”

“Es amor” me susurró, “mamá decía que es mejor cuando lo regalas”. Con eso se dió la media vuelta y se fue.

Ahora guardo la cajita de madera encima del piano que está en mi sala de estar y sonrío ante la reacción de sorpresa de amigos curiosos al explicarles que adentro de la cajita, hay amor.

Si, la Navidad es para alegrarnos, para cantar, para dar y recibir regalos. Pero por encima de todo eso, es para dar amor.

El Hacha del Leñador

Hubo una vez un leñador que consiguió trabajo con un mercader de maderas. El pago era bueno y las condiciones de trabajo también. Por ende el leñador se esmeró en su faena. El jefe le dio un hacha y le mostró el bosque donde debía talar.

El primer día, el leñador cortó 18 árboles. “felicitaciones” le dijo el jefe, “siga así!” Motivado por las palabras del patrón, se esforzó aun mas al día siguiente, sin embargo solo pudo cortar 15 árboles. Al tercer día a pesar de sus esfuerzos, apenas taló 10 árboles. Día tras día talaba menos y menos árboles. “Estoy perdiendo mi fuerza” pensó el leñador. Se disculpó ante el jefe diciendo que no entendía lo que le pasaba.

“Cuando fue la última vez que afilaste el hacha?” Le preguntó el jefe. “Afilar el hacha? No tuve tiempo, estuve demasiado ocupado cortando los árboles…”

Reflexión: Así es nuestra vida. Hay momentos en los cuales nos afanamos tanto que no tomamos tiempo para afilar el “hacha”. En nuestro mundo actual, pareciera que estamos mas ocupados que nunca, y menos felices por ello. Porqué será? Nos habremos olvidado de mantenernos “filudos”?

No hay nada mal con el trabajo y actividad. Sin embargo, no debemos ocuparnos tanto en él que nos olvidemos de las cosas mas profundas e importantes de la vida: nuestra vida personal, tomar tiempo para acercarnos a nuestro Creador, darle mas tiempo a nuestra familia, leer un libro etc.

Precisamos de tiempo para relajarnos, pensar y meditar, aprender y crecer. Si no hacemos tiempo para afilar el “hacha”, nos volveremos opacos, débiles y perderemos nuestra efectividad.