Para muchos de nosotros, el comienzo del Año Nuevo es como una transición. Un momento para reflexionar sobre nuestra vida, de donde vinimos y hacia donde vamos. Tomamos profunda consciencia de las dificultades y luchas que encontramos en el camino recorrido como también un reconocimiento de nuestra buena fortuna al celebrar el comienzo de otro año de vida.
Albergamos esperanzas de que el nuevo año nos rescatará de nuestros hábitos indeseados y tal vez algún hoyo que hemos cavado para nosotros mismos. Soñamos de cambios positivos que nos harán más felices y gozar de mejor salud. Hacemos una lista de resoluciones en aras de que nuestra fuerza de voluntad nos alcanzará para emprender una nueva manera de vivir y alcanzar mayor éxito.
Pero al entrar al nuevo año, haga una pausa. Deténgase para celebrar, para reflexionar, para tomar inventario. Deténgase para ver qué puede aprender del año viejo. La auto-reflexión es un proceso poderoso y enérgicamente alentado por muchas de las grandes tradiciones religiosas del mundo y por algunos de los más sabios de nuestros antepasados, además nos trae muchos beneficios.
Para la gran mayoría de nosotros, la auto-reflexión es algo ausente en nuestra vida. Estamos siempre muy ocupados y cansados. Buscamos el descanso en los libros, la cama, la televisión y el Internet. La sola idea de pasar varias horas sentados tranquilamente en nuestra sala reflexionando sobre el año anterior nos parece algo absurdo e incómodo.
Pero en las horas menguantes del año, encontramos una maravillosa oportunidad para excavar en nuestra vida y reexaminar lo que queremos hacer con el tiempo que nos queda.
Mientras reflexione sobre su vida, se dará cuenta que le llegan ideas nuevas en cuanto a realizar cambios en su vida, o hacer las cosas de manera distinta. Tome nota de ellas, ya que pueden serle útil a la hora de una resolución o de proponerse una meta nueva.
Sin embargo, permítase un momento para meditar sobre su vida tal como está. Contemplar nuestra vida “tal como está” puede ser más que el fundamento de la transformación personal. Puede ser la base de la fe, la compasión hacia los demás. Nos puede dar un hondo sentimiento de que somos amados y cuidados más profundamente de lo que jamás nos hayamos dado cuenta.
Mis mejores deseos para el año nuevo y que Dios le conceda serenidad, paz y fortaleza.