Había una vez un hombre recorriendo un largo camino entre dos pueblos. Al llegar al nuevo pueblo se encontró con un campesino laborando en su campo.
Le preguntó al campesino así, “Señor, he caminado una gran distancia para llegar a su pueblo. He dejado el mío en búsqueda de un nuevo hogar, tal vez lo encuentre aqui. ¿Dime, cómo es la gente de este pueblo? ¿Qué clase de personas son?”
El campesino pensó un momento y luego preguntó, “¿Cómo es la gente del pueblo del cual proviene?”
El viajero respondió, “Eran indiferentes, egoístas, cínicos y antipáticos. Es por eso que me fui.”
El campesino pausó antes de responder y luego dijo: “Creo que eso es lo que encontrarás aqui también.”
Al oír esto, el viajero dijo: “En ese caso, seguiré adelante en mi búsqueda.”
Unos días más tarde, el campesino se encontró nuevamente laborando en su campo cuando otro viajero se le acercó y le dijo: “Mi pueblo fue destruido y la gente dispersa. Estoy buscando un nuevo hogar, tal vez en este pueblo. ¿Me puede decir, cómo es la gente de este pueblo? ¿Qué clase de personas son?”
Preguntó el campesino, “¿Cómo era la gente de tu pueblo?”
El viajero le respondió: “Ellos eran gente maravillosa, cariñosa, trabajadora y de buen corazón, los echaré de menos enormemente.”
El campesino le dijo: “Eso mismo encontrarás en la gente de aquí también.”
Así como piensa el hombre en su corazón, tal es él. – La Biblia