Un rico banquero estaba paseando por el muelle de un pueblito costero Mexicano, cuando vio llegar la barca de un pescador solitario. Dentro del bote se podían ver algunos peces de buen tamaño. El inversionista elogió al pescador por la buena calidad de sus capturas, y comenzó una conversación con el hombre de mar preguntándole:
– ¿Cuánto tiempo le ha tomado pescar esos peces?
– La verdad, no demasiado…
– ¿Y no ha pensado nunca en estar más tiempo pescando? De ese modo sacaría más cantidad de pescado.
– No, no lo he pensado porque con esto tengo suficiente para satisfacer mis necesidades y las de mi familia.
– Pero si apenas pesca un par de horas al día ¿Qué hace usted con el resto de su tiempo?
– Camino tranquilo, leo algo interesante, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi esposa, bajo todas las noches al pueblo donde suelo comer, tomar vino y tocar la guitarra con mis amigos… Tengo una vida que es estupenda y además, bien entretenida.
– Verá usted, buen hombre, yo soy un licenciado en ciencias económicas de la Universidad de Harvard y podría ayudarle un poco. Debería gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande para aumentar el número de sus capturas; con los ingresos de este aumento podría comprar varios barcos, con lo que eventualmente tendría una flota de botes pesqueros.
– En vez de vender el pescado a un intermediario lo podría hacer directamente a un procesador, e incluso, con algo de suerte abrir su propia compañía procesadora de ventas. Debería controlar la producción, el proceso y la distribución. Debería salir de este pueblo e irse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y a ser posible a Nueva York, donde manejaría su empresa en expansión…
– Perdone que le interrumpa, señor banquero, pero ¿Cuánto tiempo puede tardar todo eso en suceder?
– Entre quince y veinte años, calculo. Todo depende de muchos factores, de las variables del mercado, de su riesgo inversionista…
– Bueno ¿Y luego qué?
– Pues esa es la mejor parte, amigo: Cuando llegue la hora debería anunciar una “Oferta Inicial de Acciones”. Al vender las acciones de su empresa al publico, usted se volvería rico, tendría millones…
– ¿Millones? ¿Y luego qué?
– ¡Qué pregunta! Con semejante fortuna, se podría retirar de la vida laboral y afincarse en un pueblecillo en la costa, donde podría dormir hasta tarde, jugar con sus hijos (si le queda alguno con edad de jugar), descansar con su mujer, salir por las noches al pueblo para comer y tomar vino despreocupadamente ¡Incluso podría hacer algo que sé que le gusta mucho: Tocar la guitarra con sus amigos!